Algo tiene la paella para mantenerse imbatible como uno de los iconos de la gastronomía española desde hace casi tres siglos, pero ¿qué es exactamente? Acompañadnos en este viaje para descubrir los secretos de este manjar tan sabroso.
Recibe su nombre del recipiente con el que se cocinaba el plato, la paella. Y debemos su receta a los campesinos y pastores valencianos, que aprovechaban las verduras de la temporada de la zona de huerta, los pollos y conejos que cada familia criaba para consumo particular en los corrales de la Albufera y el arroz de sus arrozales. Era un plato popular y comunitario, porque se comía directamente de la paella en la que se cocinaba. Los domingos, por la tarde, al acabar su jornada laboral, era el momento para cocinarla y comérsela.
En una paella valenciana no puede faltar el pollo, el conejo, la judía verde el garrofón, el tomate, el arroz, el aceite de oliva, el azafrán, la sal y, por supuesto, el agua. Ingredientes frescos y al alcance. Por esta misma razón, las variantes de la paella que se originaron en Cataluña llevan verduras de temporada y pescado o marisco: la paella marinera no tiene el grano suelto y seco de la valenciana, porque los pescadores la cocinaban en una olla en alta mar, echando en ella lo que pescaban y consiguiendo el famoso fumet que le da el sabor a mar característico. El resultado, un arroz caldoso para comer con cuchara, bien caliente, para recuperar las fuerzas y calentar el espíritu. También en Cataluña existe la variante “mar y montaña”, en la que carne y pescado conviven en una paella deliciosa y diferente.
La internacionalización de nuestra plato patrio empezó en el s.XIX: en Nueva York, París o el Soho de Londres se podía comer, con mayor o menor fortuna. ¿Quién sabe si a ello debemos la peregrinación de amantes de la paella de todo el mundo a España? En todo caso, una buena paella bien merece el viaje: venid a probar las deliciosas paellas de nuestros restaurantes Tapatxi, Navarra o Kubik… ¡os chuparéis los dedos llenos de limón!