Dicen que la palabra Mojito tiene dos orígenes: la palabra “mojo” significa “poción mágica” o “conjuro” en los ritos de origen africano que se llevan practicando en Cuba desde la llegada de los esclavos en los s.XVI y XVII. Se asimiló la elaboración del mojo, que se preparaba con mortero, a la del combinado que se bautizó como Mojito, porque el azúcar y la hierbabuena se machacan en mortero para que dejen ir todo el jugo y se mezclen.
El pirata Richard Drake ya bebía un combinado casi idéntico con aguardiente, el precursor del ron que se obtenía de un destilado primitivo del jugo de la caña de azúcar añejado. Pero no es hasta el s.XIX, cuando se empieza a destilar el ron blanco, que podemos dar la bienvenida al Mojito tal y como hoy en día se consume.
La Ley Seca estadounidense, que duró del 1919 al 1933, propició que muchos turistas americanos viajaran hasta La Habana, en Cuba, para visitar tres epicentros de la noche canalla isleña: en La Floridita, La Bodeguita del Medio y el Sloppy Joe’s se preparaban cócteles a todas horas. Sus bartenders eran miembros del Club de los Cantineros, la primera escuela del oficio de barman del mundo que abrió en 1924. El ron, licor oficial de la isla, tomó múltiples formas, entre ellas, la del Mojito o el Daiquiri ¿Quién no conoce la frase de Ernest Hemingway “Mi Mojito en La Bodeguita y mi Daiquiri en El Floridita”?
Sea uno u otro su origen, lo incontestable es que está delicioso, y que es el protagonista de muchas noches o tardes de verano en la ciudad. ¿Os imagináis en una terraza en plenas Ramblas con un refrescante Mojito? Queda con tu pareja, convoca a tus amigos y ven a Tapatxi o a Kubik: además de disfrutar de los mejores Mojitos de la zona, podrás acompañarlos de suculentas tapas y platillos ¿Te vienes?